Macarena Carranza y Brenda Calabrese, pioneras y piezas claves del rugby fememino de la UNLaM, comparten su historia con este deporte y cómo fue evolucionando en este establecimiento educativo para romper con la desigualdad en la disciplina.
Por Chiara Tejerina
Desde hace varios años, la Universidad Nacional de La Matanza incluye diversos deportes para promover e incentivar toda actividad deportiva en general, tanto en equipos femeninos como masculinos. Una de las disciplinas que con el correr del tiempo se ha consolidado es el rugby femenino, creado e inspirado por estudiantes de la UNLaM y que hoy cuenta con más de 10 jugadoras.
Cuentan que el “revuelo” comenzó cuando una de las profesoras, Lidia Rodríguez, vio a un grupo de alumnas que tenían muchas energías al momento de aprender nuevas actividades, pero notó más inspiración cuando se habló del rugby. Una de esas estudiantes era Macarena Carranza quien, tras cursar la carrera de Educación Física en la Casa de Altos Estudios del distrito matancero, fue la primera mujer que se interesó en jugar rugby femenino. Fue así como se convirtió en la principal promotora del deporte en la institución y en la capitana del equipo.
Carranza empezó a entrenar junto a Federico Baragiola, director técnico de Los Búhos, equipo masculino de rugby. Luego pudo convencer a Brenda Calabrese y a más compañeras de la carrera. “Estaba emocionada de ser la pionera del plantel femenino, y hoy en día ser la capitana y referente es un orgullo”, comparte Carranza, en diálogo con Ídem. “Iniciar este deporte en la universidad en la que estudio y que mi familia me apoye, fue una locura total”, asegura.
Calabrese, por su parte, arrancó rugby para “sacar a la luz un lado suyo que no conocía”; la convencieron y le gustó. Su familia supo acompañarla aunque pensaban que estaba “loca” por hacer un deporte de contacto, dado que estaban acostumbrados a verla realizando deportes “no masculinizados”, según mandan los estereotipos. “Practiqué muchas disciplinas deportivas. La última fue natación de alto rendimiento, que tuve que dejar por distintas razones”, comparte.
El rugby femenino en la Universidad de La Matanza inició entre fines de 2022 y principios de 2023. Debutaron en el torneo Seven el 26 de abril del 2024, llegando hasta el partido decisivo, y lograron disputar la final de la Copa de Plata el 29 de abril, en el que cayeron frente a Rugby Padua 0-29. Además, en sus primeras dos competencias salieron subcampeonas, resultado que ningún conjunto pudo obtener. En octubre del 2024 el elenco comandado por Mariano Isnardi terminó en el segundo puesto de la Copa de Plata ante el Club Campana por 10-12.
Los primeros pasos marcan la diferencia
A pesar de que haya sido impensado, algunos años atrás, imaginar a mujeres dentro de un campo de juego de rugby, hoy en día, la aparición de ellas en el deporte en Argentina es algo común. Es por eso que el equipo crece día tras día.
Según las protagonistas, la UNLaM logró terminar de convencerlas para seguir creciendo con el deporte. “Nuestro plantel tiene bastante visualización y divulgación en las redes sociales, tuvimos la oportunidad de aparecer en el diario y en las páginas online de El1, de la Escuela de Artes y Medios de Comunicación de la UNLaM”.
El crecimiento en los últimos años fue muy notorio. Gracias a la visualización que el equipo empezó a tener, junto con las mujeres que se empezaron a interesar y más aquellas que se sumaron a los entrenamientos, el resultado fue muy positivo.
Sin embargo, ambas destacaron la desigualdad del deporte que notan en los medios de comunicación. “Para algunos canales de televisión, por ejemplo, el rugby tiene muchos prejuicios por acontecimientos que fueron pasando en la historia que mancharon a la disciplina, y los medios lo distorsionan o lo exageran”.

Actualmente, el plantel está compuesto por trece deportistas que representaron al establecimiento matancero en el torneo seven de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA). La gran actuación por parte del equipo tuvo sus frutos, dado que se metieron en la semifinal de oro por primera vez en la historia, al ganar los primeros dos partidos. Fue la primera vez que la UNLaM presentaba un equipo femenino de rugby en el torneo URBA.
Tanto Carranza como Calabrese destacaron la importancia que fue el incentivo de los profesores de la carrera de educación física y lo valioso que es la inclusión por parte del conjunto masculino, los Búhos, que no dudaron ni un segundo en integrar a todas las deportistas que querían dedicarse a la disciplina. “Mis compañeros fueron la pieza clave para que pudiera crecer el grupo” declaró “Maka”, como la apodan sus compañeras.
Calabrese coincidió con su colega y recordó cómo vivió su primer partido, que, para ella, fue uno de los mejores que tuvo. “Pasaba la pelota como podía y sabía que tenía que abrazar a una contrincante hasta que se caiga al piso”, recordó entre risas, al mencionar las dificultades que tuvo por su altura: “Mido 1,50, y ese día había jugadoras que duplicaban mi altura e igualmente iba con la esperanzas de tacklearlas”.
Si bien parece ser un deporte difícil para las mujeres, ellas y muchas otras más se atreven a diferenciarse entre la cotidianidad. “El rugby femenino está creciendo día tras día tanto a nivel nacional como internacional” reflexionó Carranza, dejando un mensaje para aquellas que aún no se animan o no se deciden a empezar un nuevo camino.
“Hay que animarse, porque aprendes valores en el que tarde o temprano te cambian la vida para bien”. En cuanto a Calabrese, asegura que la experiencia no tiene comparación. “Sin miedo, tal vez va a ver raspones y alguna que otra caída, pero lo que transmite el rugby es algo único y me encantaría que más chicas se animen”.