Las jugadoras Stephanie Paté y Camila González hablaron sobre las dificultades que tienen las basquetbolistas para desarrollarse en los clubes de barrio y en las plazas.
Por Julián Moreno
El pasado 29 de octubre, la Selección argentina de básquet femenino hizo historia y logró quedarse con el tercer puesto de los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile, en lo que fue la primera medalla que las Gigantes se cuelgan desde que participan. Pero, ¿cómo se puede explicar esta única coronación? ¿Tendrá algo que ver con el desarrollo de dicha disciplina en los clubes barriales?
Las jugadoras Camila González, que forma parte del equipo Schoolgirl, y Stephanie Paté, del club Banco Provincia, contaron cómo fueron sus inicios, desarrollos y las problemáticas que vivieron en sus años de experiencia.
«Hace ocho años que juego. Empecé gracias a los talleres de deportes que había en mi escuela y de a poco me fui adentrando hasta llegar a un club de mi barrio», rememoró González. A pesar de que era una institución deportiva, las horas de entrenamiento se compartían con los varones, que también practicaban. «A los jugadores no les importaba que fuera mixto, porque siempre hacían diferencia o no nos pasaban la pelota por el simple hecho de ser mujeres. Eso hizo que me cueste la adaptación», se lamentó.
Paté, por su parte, se inició a la edad de los 8 años. Empezó a jugar en Juvencia, el club de su barrio, en Tapiales. Transitó todas las categorías inferiores allí hasta que llegó a primera y se fue al equipo de Caballito, José Hernández, en el que estuvo durante 6 temporadas, desde donde desembocó en su actual institución. «Durante toda mi trayectoria tuve entrenadores varones, solo tuve una entrenadora en la categoría U-13. Con Natalia, mi DT, salimos campeonas en ese momento de la Conferencia Honor, que en era el nivel más alto», recordó.
Además, mencionó que, luego de su primer cambio de equipo, en Juvencia empezaron a entrenar de forma conjunta con el ala masculina, ya que antes era solo un club de básquet femenino. «Personalmente me tocó vivir la transición del básquet femenino. 20 años atrás no teníamos el lugar que hoy sí. En el mayor porcentaje de clubes siempre predominó el básquet masculino, hoy en día se ve cómo fueron apareciendo y creciendo los equipos femeninos en los clubes de barrio. También vemos más coachs y preparadoras físicas mujeres que fueron involucrándose en los torneos de ambas ramas. Y la aparición de la Liga Femenina nos dios lugar a la competición profesional de las jugadoras. A pesar de los avances, todavía nos queda mucho por delante para igualarnos al básquet masculino», declaró la jugadora de Banco Provincia.

No solo se dan las diferencias en las instituciones: ambas jugadoras habitúan en el streetballe, una modalidad de básquet en la que se juega tres contra tres a 21 puntos y que generalmente se realizan en canchas de plazas. González lo hace con mayor frecuencia en las plazas de la Provincia de Buenos Aires, mientras que Paté lo hace del lado de Capital Federal. Los tratos hacia las mujeres son distintos en las diversas canchas. «Por lo general se da esta cuestión de no querer pasársela a las mujeres, o también se llega al extremo de no formar equipo con las jugadoras. No siempre es así, pero pasa», aseguró.
Esta realidad difiere del otro lado de General Paz, Paté cuenta que en las plazas de capital no suele ver estas cuestiones de género, sino que se da de una forma más amigable y se les da un mayor espacio a las jugadoras en el street. Pero dice que es consciente que existen todas estás problemáticas y que aún queda mucho por hacer.
Cada vez más implicadas
Además de competir en el circuito del básquet femenino, la basquetbolista de Banco Provincia es una de las organizadoras y parte del staff del movimiento “Play to win”, un torneo que se organiza una vez por año en distintas provincias de Argentina. Fuera de esta organización, explica la jugadora, se realizan torneos exclusivamente de mujeres o en el que es obligatorio que haya al menos una por equipo, con el objetivo de impulsar y visibilizar la disciplina femenina.
«El consejo que les damos a todas las mujeres que quieran ser parte de este mundo es que, si realmente les gusta el básquet, persistan. Entrenando a menudo van a mejorar, y la brecha de la diferencia, día a día, se va a achicar. Que no tengan vergüenza de jugar contra varones, siempre va a haber alguien que las va a incluir», se emocionaron ambas basquetbolistas.