Se trata de un colectivo que busca construir espacios para el encuentro, la contención y el aprendizaje del deporte a nivel amateur, en un ambiente sin discriminación, prejuicios ni estereotipos. Lucas Quirös y Nicolás Bottino cuentan sus inicios y el presente de una propuesta que convoca a todes.
Por Axel Cooper y Juan Fittipaldi
Zorres nació en 2017 como un equipo de básquet. Fue fundado con el objetivo de incluir a todas aquellas personas que se sentían excluidas en el mundo del deporte debido a la gran discriminación y exitismo que persiste en esos ambientes. “Deconstruir los prejuicios en torno a las personas LGBTIQ+ en el deporte”, reza la primera frase que se ve en su sitio web.
Comenzaron a reunirse para jugar de manera recreativa, alquilando una cancha entre los jugadores los fines de semana. Como la iniciativa tomó mayor convocatoria, decidieron incluir los entrenamientos semanales para aprender y mejorar la técnica de juego. Pero no todo es entrenamientos y partidos: también organizan eventos con otros equipos que tienen su misma finalidad.
Se trata de grupos que, en su mayoría, se concentran en Buenos Aires, todos ellos representados por animales: delfines, lobos, yacarés y jaguaretes, entre otros. Lucas Quirös, integrante de la coordinación de los Zorres, explica la importancia de estos eventos: “Armamos encuentros con otros equipos, en los que generalmente hay casi 200 personas. Recibimos muchos mensajes de personas que se acercan a los encuentros que realizamos, te agradecen porque se sienten incluidos”.
En 2019, tomaron una decisión importante: modificaron su nombre con el fin de representar a todas las personas que lo integran. Así, pasaron de ser “Zorros» a “Zorres”. “No solo participan varones cis, sino que también hay otras identidades. Para que realmente sea inclusivo, más allá de que es solo un nombre, lo cambiamos. Es nuestra identificación como equipo”, explica Nicolás Bottino, integrante de la organización del equipo, en diálogo con Ídem.
Para poder reunirse con sus compañeros, Lucas viaja cuatro veces a la semana del Conurbano a Capital Federal. “Te sentís parte de un lugar con gente que es como uno, los que no estamos dentro de los parámetros de la heteronormatividad. Somos personas con diferentes realidades y formas de ser, pero, aun así, podemos coexistir en un mismo espacio y llevarnos bien”, reflexiona.
Nicolás, por su parte, resalta los pilares fundamentales: “Es un equipo con una perspectiva distinta, un espacio de contención. No hay exigencia ni competencia, sino diversión. Uno hace deporte, se oxigena, hace bien a la salud”. Además, expresa lo que le genera el hecho de incluir a más personas: “Nos llena de orgullo sumar más gente a estos espacios de los que jamás fueron parte porque se sintieron excluidas por alguna razón. Se le hace un lugar para que todos jueguen lo mismo. Todos nos sentimos ganadores”.

Hay algo que muchas veces lleva a la exclusión. La competitividad, la exigencia y el exitismo pueden generar que se dejen de lado valores como el respeto, la diversión y la comunión, entre otros. De todos modos, Lucas ve difícil pero no imposible repatriar estos valores en los ambientes competitivos. “Tiene que haber muchos cambios para que haya inclusión en la competitividad. Nosotros también competimos, pero en esa competencia no le quiero pisar la cabeza al otro, sino que quiero jugar con el otro y que sea sana. También que sea un espacio de construcción: tiene que aprender tanto el que pierde como el que gana”, analiza.
HACIA NUEVOS HORIZONTES
Recientemente, el grupo incluyó una nueva disciplina: el vóley. Este deporte tuvo una gran demanda debido a que hay más de 50 personas activas dentro del equipo y planean agregar un día más de reunión. En ambos deportes se juntan dos días a la semana, en los cuales en la primera mitad practican aspectos técnicos y en la otra realizan partidos.
Una de las grandes complicaciones que debe enfrentar Zorres es que no cuentan con un espacio físico propio, sino que deben buscar semana a semana posibles canchas para alquilar y realizar las respectivas actividades. “En básquet nos cuesta mucho conseguir una cancha fija, porque todas están dentro de un club y los fines de semana tienen competencia, ese es un gran problema. En vóley jugamos en el Polideportivo Paula Montal”, cuenta Nicolás.
“Tener un lugar físico propio para entrenar y jugar partidos sería un sueño, es lo que queremos- proyectan a futuro-. Y no depender semana a semana viendo si las canchas que buscamos están alquiladas o no. Eso nos permitiría muchas cosas, no solo en lo deportivo, sino que nos facilitaría hacer cosas dentro de lo social, reforzando el lugar de reunión y contención”, concluyen.
Una respuesta a “Zorres: un equipo diverso e inclusivo”
Hermosa propuesta de Zorres!!
Ojalá existiera la posibilidad que les ayuden a conseguir canchas y generar mas impacto social